martes, 23 de junio de 2015

Un disparate

The Brooklyn Follies quedó entre otro Auster y un Julian Barnes.

The Brooklyn Follies, de Paul Auster, es, como su nombre lo indica, un disparate. Una novela que empieza con la oración "Estaba buscando un lugar tranquilo donde morir. (...) Un final silencioso para mi vida triste y ridícula" (p. 1), pero que pasa a ser una aventura a la que no le falta nada: un viaje para el norte, otro para el sur, una sobrina que aparece y desaparece, un travesti HIV positivo, lesbianismo sorpresivo y muchas, muchas cosas más.
No son pocas las cosas que me molestaron de la novela. La primera es la implausibilidad, si se me permite la palabra, de la trama en general. Hay también inverosimilitudes más pequeñas, más puntuales: uno que escucha una conversación atrás de una puerta (y después nos cuenta todo), una mujer que busca, totalmente desprotegida, a un hombre, en un acto de arrojo que el pasado no parecía suponer posible, un hombre controlador que deja escapar sin lucha a la esposa que dominaba, etc.
Leí algunas críticas para ver si alguien se había animado a criticar en serio a Auster, un consagrado, a quien hace tiempo leí mucho, por esta novela. Y lo que vi en un par de críticas es que critican al narrador y personaje principal, Nathan Glass (sí, hay nombres que parecen indicar cosas sobre los personajes: hay un Glass que es un poco un espejo, un Wood que es noble, un Minor que es pequeño y un Dryer que es seco). Nathan parece buena onda pero a mí me pareció insufrible: un yanqui progre insoportable, con su moralina permanente, siempre del lado de la corrección política (ya sea hablando del sufrimiento en los Balcanes, de los republicanos malos que están a punto de tomar EE.UU. o de los derechos de los homosexuales). Un narrador que dice: "Los bienes raíces son la religión oficial de New York, y su dios lleva un traje gris a rayas y el nombre de Guita, Sr. Más-y-Más Guita." (p. 280) Un narrador que busca ser literario y sólo consigue ser pomposo, como cuando dice que "no hay cómo escapar a la desdicha que acecha a la tierra" (p. 189). Un narrador que en la página 2 critica a su única hija por no hablar más que con generalidades y lugares comunes y que pasa a registrar un lugar común tras otro por 300 páginas.
Nathan es un vendedor de seguros jubilado, y su libro es digno de eso, de un amateur que empieza a escribir a los 60. ¿Debe felicitarse a Auster por haber logrado un libro suficientemente ridículo como para poder haber sido escrito por ese narrador? Porque además de la implausibilidad, de las inverosimilitudes, de que hay líneas de la trama que quedan en el aire y de la moralina, esa moralina insoportable, es un libro demasiado directo y literal, en el que por momentos los personajes parecen demasiado concientes de todo; como Harry, que dice que trata de no ser un bribón pero no lo consigue: "Hay un diablillo adentro mío, y si no dejo que salga cada tanto para que haga alguna travesura, el mundo simplemente se torna demasiado aburrido." (p. 125) 
Entre la identidad (como la de unos cuantos bribones) y la pura fortuna ("Todos los hombres contienen varios hombres dentro suyo, y la mayoría de nosotros rebota de un ser a otro sin saber jamás quiénes somos" - p. 122-123), Nathan termina haciendo una defensa del hombre común: se le ocurre que cada una de esas historias pequeñas, de hombres pequeños, como la suya, deben ser registradas, escritas en forma de biografía o de novela. Al final, sin embargo, este gran disparate de novela para ser justamente una refutación de esa idea. Probablemente sea mejor evitar leer y escribir novelas como la de Nathan.

Originales de las citas usadas
"I was looking for a quiet place to die. (...) A silent end to my sad and ridiculous life." (p. 1)
"Real estate is the official religion of New York, and its god wears a gray pin-striped suit and goes by the name of Cash, Mr. More-and-More Cash." (p. 280)
"there is no escape from the wretchedness that stalks the earth." (p. 189).
"There's an imp inside me, and if I don't let him out to male some mischief now and then, the world just gets too damned dull." (p. 125)

"All men contain several men inside them, and most of us bounce from one self to another without ever knowing who we are." 122-123.

No hay comentarios:

Publicar un comentario